Capaz de
sugestiones antiguas y prestaciones sorprendentes, puede
extrañar que la olla del futuro tenga ya 500 años. La
calidad de aquellos antiguos instrumentos, aún hoy
insuperable, es debida a las extraordinarias propriedades
físicas del metal noble utilizado en su realización: el
cobre. Podemos afirmar que el cobre es el mejor material
para la realización de ollas, gracias a su elevado
índice de conductibilidad térmica: 392 respecto al 16
del acero inox. Estas características permiten una
cocción homogénea que no hiera la comida,
salvaguardando las propiedades nutritivas y, en
consecuencia, aromas y sabores. La llama del fogón,
actuando en la olla, no recalienta el fondo, pero
distribuye el propio calor uniformemente en toda la
superficie, ofreciendo, entre otras cosas, óptimas
características de antiadherencia. Las ollas Nico Marin
se obtienen de placas de cobre del espesor de 2,0 - 2,5
mm; la superficie externa está martilleada a mano; la
superficie interna está revestida enteramente con
estaño puro; las asas están realizadas de latón.
La alta calidad y la variedad de formas y dimensiones de
estas ollas, les conducirán al descubrimiento del placer
de cocinar. Déjense implicar en las cocciones lentas de
las carnes en las cacerolas base o en las preparaciones
de arroces en aquellas más altas; de pasar la pasta en
las paellas de una sola asa como los verdaderos cocineros
o del delicado sabor de las verduras para un clásico
minestrone en la olla abombada; del roastbeef a la
faraona cocidos enteros en la cacerola oval que se
transforma en preciosa olla al vapor para los amantes de
pescado o de verduras, a través del uso de una parrilla
hecha a propósito; en el sorprenderse de la enorme
paella para la paella , que, servida en la mesa, sabrá
imponerse por su elegancia. Y, dulcis in fondo, del
polsonetto para preparar las cremas a bañomaría, para
un delicado zabaione. Sin descuidar nada, los
complementos Nico Marin colaboran al éxito seguro de sus
cenas, durante las cuales podrán presentar el asado aún
caliente en la bandeja con la característica tapadera en
forma de cerdito o mantener fresco su vino en el elegante
cubo cincelado a mano que mantendrá constante la
temperatura deseada. Todo entra en una lógica orientada
a devolver al acto del comer aquel valor de placer y
cultura capaz de fascinarnos cada vez que se presente a
nuestro buen gusto.
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